Torre Baró

Sin café con el alcalde en la Illa F de Torre Baró

Edificio Illa F, en Torre Baró.

Las vecinas de las viviendas de protección oficial Illa F, en la calle Escolapi Càncer, en Torre Baró, no han sido seleccionadas para hacer un café con el alcalde Jaume Collboni en la semana que éste ha dedicado a Nou Barris. No le han podido decir que el edificio y sus inquilinos sufren incidencias desde su inauguración en marzo de 2023 y que están aún por resolver. Que no disponen de la factura de autoconsumo. Que sufren estrés térmico y pobreza energética. Que cedieron la gestión del contrato de energía para vincular la instalación fotovoltaica de autoconsumo a Ecoserveis, partner del Ayuntamiento de Barcelona en el proyecto ‘Sun4All’ –sol para algunas más que otras– sin las condiciones por escrito. Lo que en un principio tenía que ser un 30%, ahora parece que se quedará en un irrisorio 1,8%. Que el servicio de limpieza de las zonas comunes no se realiza según lo que pone en el contrato. Que aún no disponen del aparcamiento. No le han podido decir que ahora que disponen de una vivienda digna, después de años en lista de espera, les gustaría no volver a esperar tanto cada vez que se tenga que cambiar una bombilla. Que la vivienda de protección oficial, tan necesaria es hacerla como mantenerla. Todo esto es lo que le hubieran dicho, si hubieran podido. Cordialmente.

No hay alcalde ni alcaldesa que no prometa invertir en vivienda pública. Las cifras sin embargo demuestran que las promesas quedan lejos de realizarse. Una muestra de ello es como nos venden los grandes fastos que se celebran en la ciudad como generadores de grandes beneficios. Como las Olimpiadas, por ejemplo, que pusieron a Barcelona en el mapa y a sus habitantes en la periferia. Es un ejemplo sangrante de cuando dicen beneficio pero no dicen para quien. De los miles de pisos que se hicieron en el litoral, ni uno fue de vivienda pública. Ésta se hizo en los retales de la periferia, en las Rondas y otras parcelas con encanto dudoso. Y así seguimos, descartada la ley del 30%, no sea que se nos cuele un pobre en la finca y llene el piso de muebles nórdicos. La gentrificación continua. La escasa vivienda pública, como un tetris, encuentra siempre esa periferia donde ubicar a las cada vez más numerosas solicitantes, que esperan años para ser beneficiadas con una adjudicación. No llegamos a un vergonzoso 2%, frente al casi 30% de Alemania.

Cuando, a mediados del siglo pasado, decidieron ponerse a ello, pasados los años duros de la posguerra, optaron por viviendas de cinco plantas sin ascensor. Ahora son una prisión para las vecinas que todavía viven y han perdido movilidad. El reto hoy es otro. Vivienda pública de zero emisiones y clasificación energética A, generadoras de energía con el autoconsumo compartido. La Unión Europea ha marcado el 2050 para erradicar las tan contaminantes climatizaciones con energía fósil. Fuera el gas. La climatización en una vivienda es ahora como el ascensor del siglo pasado. No disponer de un sistema eficiente en las viviendas públicas es condenar a sus habitantes a un estrés térmico que, junto con la pobreza energética, es una contradicción de por sí sobre el concepto de vivienda pública. Un techo si, pero un techo digno. Por eso han de hacer y cuidar lo que hacen. Es necesario contar con un sistema de gestión eficiente y con medios para ello.

El bloque de pisos entregado el marzo pasado en régimen de alquiler accesible, Illa F Torre Baro, es un ejemplo claro de esto último. Un sistema de climatización y agua caliente sanitaria de acuerdo con la clasificación A, un recibo energético de autoconsumo compartido, un ejemplo de bajo consumo para que la 4a Mostra d’Arquitectura de Barcelona destaque la alta calidad de la vivienda social. Discurso grandilocuente que choca con la realidad. Las vecinas, aun con incidencias y sin autoconsumo, hacen frente como pueden a las temperaturas. Verano a más de 30º, invierno a menos de 20º. Sin el descuento del autoconsumo, ni una previsión, ni la información de sus condiciones, el sobrecoste de las tan eficientes viviendas públicas, que no lo son tanto, corre a cargo de sus inquilinas. Mientras, otra promoción cercana de vivienda pública, con derecho a superficie, se acaba de realizar con gas, agua caliente y climatización de verdad, para usuarias con mejor economía. Vaya, que también en la vivienda pública hay clases. La semana de Jaume Collboni en el distrito no ha posibilitado la visita del alcalde ni el café con él. Serán concejales del equipo quienes atiendan a las vecinas. Un punto de inflexión, esperan, para subsanar un primer año en sus, por fin, viviendas dignas.

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